top of page

Sigue al fantasma

Foto del escritor: Julia Del Olmo LealJulia Del Olmo Leal

Actualizado: 15 oct 2022



Abro los ojos. Miro a mí alrededor, se ve sucio y polvoriento. No estoy segura de dónde estoy. Está oscuro. Me incorporo, estoy encima cajas. ¡Ah! Me duele la cabeza. Parece que estoy en un sótano. Las cajas tienen botellas y latas de bebidas. Hay ventanas sucias en lo alto de la pared. Puedo ver la calle un poco, las ventanas están tan sucias que no puedo ver mucho. Veo el hueco de una puerta frente a mí. Me quiero ir. Espera, ¿dónde están mis zapatos? ¿Y mis calcetines? ¿Dónde estoy? Lo último que recuerdo es que estaba comprando galletas de murciélago en el supermercado. ¿Cómo terminé aquí?


Bam.


¿Qué ha sido eso? Algo pesado ha caído. Ahora oigo pasos arriba. ¡Alguien está arriba! Me siento aliviada y asustada al mismo tiempo. Ok, yo sólo subo y quienquiera que sea, sólo les preguntaré si puedo pedir prestado un teléfono o zapatos. Echo un vistazo al suelo para encontrar mis zapatos. No veo ningún zapato. Pongo los pies en el suelo. ¡Ah! Está mojado. ¿Por qué está mojado? Húmedo y frío, un gran combinación para conseguir un resfriado. No pienso en ello, y pongo mis pies en el suelo. Camino hacia el hueco de la puerta. Me alegro de dejar este lugar, es espeluznante. Camino despacio porque está mojado y oscuro. Cuando llego a la puerta veo escaleras que conducen a una puerta al final de las escaleras que está entreabierta. La luz entra un poco. Puedo oír un televisor encendido. Subo un par de escalones por las escaleras.


-Cuidado, con él.


Grito un poco, por el susto. Me doy la vuelta y veo a un joven apoyado a la pared abajo. Tiene el pelo rubio sucio con un poco de sangre en su lado izquierdo de la frente. Su camisa y sus vaqueros están sucios, como si se hubiera tirado al barro.


-¿Qué quieres decir? Él, ¿quién?

-Él. El hombre que te trajo aquí. Y no seas tan ruidosa.

-Me has dado un susto. ¿Qué quieres decir con el hombre que me trajo aquí?- Susurro.

-¿Recuerdas cómo llegaste aquí?

No le contesto. Se acerca.

-Fue él. Ten cuidado.


Miro arriba temiendo lo que pueda encontrar cuando llegue al último escalón. Miro hacia atrás al joven y no le veo. ¿Adónde se ha ido? Bajo para mirar el sótano. Nada. ¿Adónde se ha ido? Toco la pared donde estaba de pie para sentir si hay una puerta ahí, pero nada. Es sólo una pared. ¿Cómo puede no haber nada aquí? ¿Dónde está? ¿Es un fantasma? No puede ser. Hablé con él. ¿Estoy despierta? Me pellizco el brazo, con fuerza. ¡Ah! Definitivamente estoy despierta.


Me doy la vuelta y miro las escaleras y la puerta en la parte superior. Vale, me voy de este lugar. Ya estoy empezando a tener miedo. Empiezo subir las escaleras. Están hechas de hormigón o piedra. De todos modos son duros y fríos. Sé que no estoy haciendo ningún ruido, pero estoy siendo cuidadosa de todas maneras. Ese fantasma me ha asustado, y no quiero despertar a la persona que está arriba. Llego arriba. Lentamente empujo la puerta y miro. Hay un pasillo vacío. Dejo la puerta entreabierta como la he encontrado. Miro una dirección y la otra, veo la puerta principal y el salón en un extremo, y el otro extremo está la cocina que, con suerte, tiene una puerta trasera; pero no estoy segura. Miro hacia la puerta principal. Puedo oír la televisión que viene del salón, y los pasos que escuché antes vinieron de esa dirección. ¿Qué hago? Tal vez debería ir y ya está. La puerta principal está justo ahí.


Giro la cabeza para mirar a la cocina. ¡Ah! Puse la mano en mi boca para no hacer ruido. Ese fantasma está justo detrás de mí.

-Yo no iría por ese camino.

Me apoyo contra la pared mientras tranquilizo mi corazón y mi respiración.

-Casi das un ataque al corazón. -Susurro.

-Sal por la puerta de atrás. -Él ordena.

-¿Eres un fantasma?


Parece molesto conmigo. No dice nada más, solo apunta a la cocina. Ahora que hay luz puedo verlo más claramente. Tiene ojos marrones. Se ve pálido, pero aparte de eso y de estar sucio, se le ve normal.

-¿Cómo sé que puedo confiar en ti? -Susurro asustada.

Un ruido viene del salón, alguien se está moviendo. Veo un brazo apoyado en el brazo de un sillón.

-Tu elección. -Se va a la cocina y me espera.


Puedo elegir seguir a lo que parece ser un fantasma, e ir a lo que puede ser una salida. O podría ir a la puerta principal, abrir la puerta y ver qué pasa. Pero, ¿cómo llegué? La respuesta me asusta. De alguna manera el fantasma es menos aterrador. Sigamos al fantasma. Bueno, esa es una frase que nunca pensé que pensaría.


Voy a la cocina. Hay platos sucios en el fregadero y una pizza a medio comer en el mostrador. El fantasma estaba en lo cierto, hay una puerta trasera. Pasando la cocina, hay una pequeña sala de lavandería con una puerta trasera. Camino rápido hacia la puerta. Intento abrirla, pero está cerrada con un candado.


-Espera. Sé dónde está la llave.

-¿Dónde?

-No tan rápido, necesitarás algunas cosas primero.

-¿Qué quieres decir? Sólo necesito salir. -Digo alzando un poco la voz.

-Hay un perro afuera. Uno feroz. Necesitarás el filete que está en la nevera. También tienes que coger esas botas.

-¿Estás bromeando?

-No estoy bromeando. Por favor, haz lo que te digo.

-Sólo dime dónde está la llave.

-Ese perro no ha sido alimentado para hacerlo más agresivo. Créeme que necesitas el filete.

Lo pienso y asiento con la cabeza. Pensando para mí misma por qué narices estoy escuchando a un fantasma. Abro la nevera. Veo la carne en envoltura de papel de carnicero. La cojo y la pongo en el bolsillo de mi rebeca que es bastante grande.


-¿Cómo te llamas?

-Dylan.

-Yo soy Shannon.

-Coge esas botas. La llave está debajo de esa taza verde del estante. Se rápido.

Me pongo las botas rápidamente y mientras lo estoy haciendo veo que mis pies están mojados de sangre y no de agua. Me quedo paralizada.

-Se rápida.

Me asusta y hago lo que dice.

Cojo la llave de debajo de la taza. Haciendo más ruido del que quiero.

-Shh.

-Lo sé. Lo siento.

Me paro y escucho intensamente. No oigo ningún ruido viniendo del salón, y voy a la puerta.

-Cuidado cuando lo abras, hace un ruido.

-De acuerdo.

-Te veré en el otro lado.

Me doy la vuelta para preguntarle qué quiere decir y veo cómo desaparece en la nada. ¡Santo cielo! Realmente es un fantasma.


Abro la puerta con cuidado. Hace un poco de ruido. Salgo y cierro la puerta detrás de mí. Un perro ladrando corre directo hacia mí. Cojo el grueso filete y se lo tiro. Se detiene a comer el filete. Miro a mí alrededor rápidamente, estoy en las montañas. Bosque por todas partes. Veo a Dylan esperando. Camino hacia él. Vamos a salir por la puerta de la valla.


-¿Estás seguro de que esta manera es segura?

-Todavía está dormido. Acabo de comprobarlo. Vive solo, así que no deberíamos tener ningún problema... Cuando salgas por la puerta principal, gira a la derecha y camina hasta el bosque.

-Vale.


Mientras camino hacia la puerta la valla. Veo que hay una casa enfrente de la casa de este loco. Una casa de campo encantadora y cálida. ¿Por qué voy a caminar hasta el bosque si hay una casa justo ahí? Paso la puerta de la entrada sin problemas. En vez de ir al bosque camino rápido hacia la otra casa.


-¿Qué estás haciendo? -Dylan aparece frente a mí, pero yo lo ignoro. Camino alrededor suya y continúo.

-Ve al bosque. Ahora. -Dice y aparece frente a mí otra vez, esta vez no tengo tiempo para esquivarle y camino a través de él. Un frío pasa por todo mi cuerpo.

Entro por la puerta de la valla.

-¡Espera! La última chica que fue al vecino murió.

Eso me detuvo en mis cabales. ¿La última chica? Miro hacia atrás.

-¿Qué quieres decir con que la última chica que fue al vecino murió?

Dylan mira hacia el suelo.

-¿No es la primera vez que ayudas a alguien?

Se ve dolorosamente incómodo con la pregunta.

-La cuarta vez. -Responde sin, mirarme.

Cuando respiro esta vez, parece un poco más difícil de hacer. Mi cabeza está a mil. Mi corazón acelerado. Estoy aterrorizada.

-Necesitas esconderte. Ven al árbol, no quiero que te vean.

Escucho, voy y me siento un momento en el suelo detrás de un enorme árbol que me esconde perfectamente.


-Confía en mí, por favor. Puedo sacarte.

-¿Qué pasó con los otros?

-El primer chico al que intenté ayudar, se asustó tanto con mi presencia que fue asesinado poco después de que llegara. -Dice. Estoy segura de que si un fantasma pudiera llorar él lo estaría haciendo.

-El segundo chico fue atrapado por el hombre después de que el perro lo mordió. No sabía que había conseguido un perro... la última chica que salió de la casa, pasó lo del perro. Ambos fuimos a los vecinos en busca de ayuda. Dijeron que habían llamado a la policía. Era una mentira. Lo llamaron a él. Son caníbales.

Me estaba mirando.

-Respira.


¿Qué? ¿Por qué dice eso? Y entonces me di cuenta de que había dejado de respirar durante un par de segundos. Estoy conmocionada. Estoy aterrorizada. Quiero irme a casa. Había otros que no escaparon. ¿Y si esta vez pasa lo mismo?

-Conozco el camino al pueblo. Por favor, confía en mí.

A regañadientes asiento. ¿Qué puedo hacer? No sé dónde estoy. No reconozco este lugar. No sé cuánto tiempo he estado inconsciente. Ese hombre pudo haber conducido durante mucho tiempo. Tengo que confiar en Dylan y esperar que esta vez las cosas salgan de otra manera.

-Vamos, tenemos que movernos antes de que el perro termine su cena.

-Vale.


Dejo que me guíe. Me está llevando a través del bosque montaña abajo. Cuando soy capaz de pensar bien otra vez, le pregunto.

-¿Por qué no cojí una linterna que habría sido útil?

-No quiero que vean la luz. Su habitación tiene una buena vista de la montaña. Podía verlo. No te preocupes, me sé la montaña de memoria.

-¿Cuánto tiempo has estado aquí? - Pregunto mientras lucho con las ramas.

-No estoy seguro. Meses tal vez.

-¿Te mataron?

-Sí. -Se detiene y señala a su cabeza.

-Lo siento.

-No fue tu culpa. -Sigue caminando.


El bosque está oscuro. Hay un poco de luz de una luna casi llena. Lucho con ramas y troncos de árboles caídos. Dylan es un buen guía, me advierte de peligros que no puedo ver bien.

-¿Puede el fantasma ver mucho mejor que la gente?

¡¿Qué?! No, por supuesto que no.

-¿Cómo sabes lo que viene entonces?

-Memoricé el camino durante el día y lo caminé al atardecer y por la noche para asegurarme de que la siguiente persona que trajera la podía guiar adecuadamente.

-Debió haberte llevado mucho tiempo.

-Bueno, yo no duermo. Tengo tiempo.

Parece que hemos estado caminando durante horas. Mi rebeca sigue enredándose con las ramas. La he abrochado y sigo empujando cuando se enreda. Empiezo a tener sed y hambre, pero no me quejo. Un fantasma me ha salvado de unos caníbales. Si alguna vez le digo eso a alguien, me encerrarán.


Seguimos caminando. Estoy segura de que Dylan puede pasar por las cosas, pero sigue andando como una persona normal. Lo he visto pasar algunas ramas, pero cuando se trata de sus pies, es cuidadoso donde pisa. Tal vez sea porque está mostrándome el camino. Oímos algo de ruido muy lejos a lo alto de la montaña.

-No te muevas, volveré enseguida. -Dylan me pide y desaparece.


Miro a mi alrededor por un momento esperando de que no hayan grandes animales cerca. También estoy agradecida de un momento para recuperar el aliento y descansar un poco. Descanso mi espalda contra un árbol y espero a Dylan. Todo está tan oscuro y tranquilo. También hace un poco de frío. No me había dado cuenta hasta ahora. Me siento un poco más asustada, estando aquí sola. Pasan un par de minutos. Dylan aparece frente a mí. Parece nervioso.


-Tenemos que irnos. -Intenta coger mi mano para hacer que me mueva, pero su mano atraviesa la mía. Siento un escalofrío y llega a todas partes de mi cuerpo. Nos miramos el uno al otro. Por un momento se le olvidó que no puede tocarme. Olvidó que es un fantasma.

-Vamos. -Se recupera rápidamente.

Empieza a caminar rápido, casi corriendo. Le sigo.

-¿Qué está pasando? ¿Por qué tenemos que darnos prisa?

-Saben que has escapado. Han soltado al perro. Te están cazando.

-¿Cuánto falta para que nos encuentren?

-Estamos a una buena distancia de ellos. Estamos cerca del pueblo. Lo conseguirás.


Ahora estamos corriendo. No a toda prisa por todas las cosas que tenemos que saltar o rodear. Sigo corriendo tan rápido como puedo con un par de botas que son dos tallas más grandes. Los ruidos se están acercando. El perro sigue ladrando. Mostrándole la manera de encontrarme. No me gustan los perros en este momento. Dylan sigue advirtiéndome de los peligros que están en el camino. Un agujero, ramas, barro, rocas. Los ladridos se acercan.


-Sigue adelante, cuando veas la carrera, sigue. El pueblo está alrededor de la curva. Voy a distraer al perro. -Apunta en la dirección que debo seguir y desaparece.

Corro otro medio minuto y veo la carretera. Estoy cansada, pero ver esa carretera me da energía que no tengo. Corro a toda velocidad hacia ella. Ya casi he llegado.


Cuando llego a la carretera, el amanecer está al caer. Miro en ambos sentidos para ver si hay coches. Nada. Sólo una carretera vacía. Empiezo a correr de nuevo con más energía porque estoy tan cerca. Sigo la curva de la carretera que parece no tener fin. Veo el comienzo de la ciudad. Una furgoneta de reparto viene de esa dirección. Cuando el conductor me vea y para. Un hombre de mediana edad que lleva puesto en mono de trabajo se baja.


-Estás bien? -Me mira preocupado.

-Me está persiguiendo. Necesito llegar a la estación de policía. -Murmuro sin aliento.

-Ok. Ok. Vamos. Te llevo. -Ofrece y apunta a su furgoneta.

-No. -Digo mirando la furgoneta.

Tengo miedo de subir a la furgoneta. No quiero. No confío en él. Podría estar siendo irracional. Puede que sea un buen hombre, pero ¿cómo puedo saberlo con seguridad? Empiezo a caminar hacia el pueblo.


-Espera, no voy a hacerte nada.

-Lo siento, pero no voy a subir a la furgoneta.

-Espera. Espera. Aparcaré y te ayudaré a llegar al pueblo, aunque sea caminando. Tengo una hija de tu edad. No puedo dejar que vayas sola. Un segundo.

-Sé rápido, él está detrás de mí.


El hombre va a la furgoneta rápidamente y la deja a un lado de la carretera y coge las llaves. Mientras lo veo haciendo todo eso me doy cuenta de lo cansada que estoy. Me inclino y pongo las manos sobre mis rodillas, respirando profundamente. Cuando el hombre me ve.

-¿Estás segura de que no quieres que te lleve? Sólo serán un par de minutos.

-No. -Me niego.

-De acuerdo, vamos.

Empezamos a caminar. Estoy exhausta. El hombre tiene un móvil.

-¿Quieres que llame al shérif?

-Sí. -Digo cómo sí acabará de ver el invento más maravilloso de todos los tiempos.

El hombre llama. Conoce al hombre al otro lado. Le dice que me ha encontrado, que tengo miedo y que ha dejado su furgoneta a las afueras del pueblo. También le dice a esa persona nuestra ubicación.

-Van a enviar un coche a recogernos.

Estoy más tranquila.

***

Una vez en la comisaría, el shérif me lleva a su oficina. Me da una manta y me ofrece café que con mucho gusto bebo para calentarme. Tiene un perro, pastor alemán. El perro es agradable y sabe que tengo miedo. Me pone la cabeza en el regazo y me deja acariciarle. El shérif me mira preocupado.

-¿Qué te ha pasado?

-No estoy segura. Me desperté en una casa extraña. Me secuestró. Escapé y caminé por el bosque hasta llegar a la ciudad.

-¿Me estás diciendo que caminaste a través del bosque, tú sola, por la noche?

-Sí. ¿Por qué me preguntas eso?

-¿Dónde está tu linterna?

-¿Qué? No tengo ninguna.

-¿Cómo es posible que veas algo en el bosque por la noche? ¿Eres de por aquí?

-No sé dónde es aquí. -Digo alzando la voz.


Llaman a la puerta. La puerta es de madera con la parte superior de vidrio. Hay un joven en traje. El shérif exhala de manera que me hace pensar que no le gusta el tipo al otro lado de la puerta. El shérif lo invita a entrar con la mano. El hombre entra.

-¿Es esta la chica? -El joven pregunta.

-Sí. Creo que estás perdiendo el tiempo. Pienso que está mintiendo.

-No estoy mintiendo. ¿Cómo te atreves? No tienes idea por lo que he pasado. -Digo indignada.

-Por favor, siéntese. Te escucharé. -El joven me dice.

Me siento de nuevo. El joven saca una placa y me la muestra.

-Soy el agente del FBI Hunter.

-Ella dice que ha caminado a través del bosque por su cuenta, sin una linterna y logró llegar hasta aquí, sola. -El shérif repite.


El agente Hunter me mira con ojos inquisitivos, pero me pide que les cuente lo que pasó. Les cuento todo excepto la parte del fantasma. Cuando termino, ambos se quedan en silencio.

-Te lo dije. -El shérif.

Estoy a punto de llorar. El perro se acuesta en el sofá junto a mí y pone su cabeza en mi regazo de nuevo. Tratando de calmarme.


-¿Por qué cogiste el filete de la nevera? -El agente Hunter pregunta.

-Para dárselo al perro de afuera.

-¿Cómo sabías que había un perro fuera?

-Estamos perdiendo el tiempo con ella. -El shérif dice.

-Mucha gente ha estado desapareciendo de las ciudades vecinas. No voy a perder el tiempo. Puedo lidiar con esto, puedes irte. Si necesito refuerzos me llevaré un par de sus oficiales. -El agente Hunter le informa.

-Sí. lo que sea. Si quieres perder tu tiempo bien por mí. -El shérif dice que se vaya.

-¿Me has dicho todo?- El agente Hunter pregunta.

No. Claro que no, un fantasma me ayudó. Pero no puedo decírtelo.

-Sí.

-¿Tuviste alguna ayuda?

-¿Qué? ¿De quién? Yo estaba sola.

-Las cosas que dices no cuadran. Alguien debe haberte ayudado.

-No vi a ningún ser vivo, excepto él y el perro.

Bueno, así no estoy mintiendo. Parece decepcionado.

-Quiero mostrarte algunas fotos, por favor dime si les has visto.

Abre un dossier y saca cinco fotos. ¡Dylan! Una de las fotos es Dylan. No puedo evitarlo y la cojo para mirarla mejor. Se ve feliz en esta foto.


-¿Sabes quien es? ¿Lo has visto? -El agente Hunter pregunta con entusiasmo.

-No. Lo siento. Me resulta familiar, pero no le he visto. -Respondo poniendo la foto de nuevo sobre la mesa.

-¿Estás segura? Mírala de nuevo, por favor. -Los ojos del agente Hunter tienen un destello de esperanza.

-No le he visto. Lo siento.

El agente Hunter parece decepcionado y herido. Hay un momento de silencio.

Dylan aparece en la habitación de la nada. Me asusta y el perro empieza a ladrar como loco. El agente Hunter parece confundido por ambas reacciones. El agente Hunter calma al perro.


-¿Por qué no le han arrestado? -Dylan pregunta.

-Creen que estoy mintiendo. -Yo respondo.

-¡¿Qué?! -Exclama Dylan.

-¿Qué estás mirando? -El agente Hunter pregunta.

-Nada. -Miento.

-Es mi primo. -Dylan dice.

-¿Qué? -Mirando a Dylan y luego de nuevo al agente Hunter. Ahora veo el parecido.

-Te he preguntado, ¿qué estás mirando? -El agente Hunter repite.

-Nada. ¿Vas a arrestarle?

-¿Puedes identificarle si le vuelves a ver?

Yo no contesto. No puedo identificarle, sólo vi su brazo.

-Sí, dile que si puedes. Yo puedo hacerlo. -Dylan insta.

-Sí, creo que puedo.

-Bien. Todavía hay un par de cosas que aclarar.

-¡Oh! Venga ya. -Dylan exclama frustrado.

-Cuando estabas en el sótano, dijiste que pisabas sangre. ¿Cómo supiste que era sangre y no otra cosa? Podría haber sido agua.


Me doy cuenta de mi error al contar la historia. Les dije que me puse las botas pero no les dije que vi sangre en mis pies. Me quito las botas y le muestro mis pies. Mis pies por debajo tienen sangre seca.

-Es sangre humana. -Dylan me informa.

-Es sangre humana. -Repito como un loro.

Va al teléfono del escrito y llama a alguien. "¿Están aquí? ... Pídale que entre."

Entra un paramédico de ambulancias.

-Hola, soy Tracy.

-¿Puedes darle una gasa para limpiar sus pies. No uses nada para limpiarlos. No tires la gasa. Necesito una muestra.

-Claro. -Dice Tracy.

-Estaré afuera. Voy a bajar la persiana de la puerta para que tengáis un poco de privacidad.

-Te veré en un rato, voy a comprobar que no está huyendo. -Dylan dice y desaparece.

-Ok, vamos a curar esos arañazos. -Tracy dice poniendo su bolsa médica sobre la mesa y saca cosas.


Tengo algunos arañazos en la cara, el cuello y las manos. Miro mis vaqueros, están sucios y tienen algunas rasgaduras. Ahora que miro mi rebeca y veo je esta rasgada en la parte inferior, con una pequeña ramita enganchada. Ahora que me están curando, todo me duele y estoy cansada. Pero no quiero dormir hasta que sepa que le van a arrestar. El perro shérif es bueno. Me hace compañía y cuando me asusto mueve la cabeza o la pata como diciendo "Estoy aquí". Le digo a Tracy que le duele la cabeza y me la mira.


Cuando Tracy se va, habla con el agente Hunter. Puedo verlos a través del cristal de la puerta. Tracy le da una bolsa de plástico con la gasa que pidió. Ella le dice algo más y él me mira. El agente Hunter vuelve.

-He llamado a tus padres. -Me informa.

Sonrío. Quiero irme a casa lo antes posible.

-¿Cómo te golpeaste la cabeza?

-Yo no me la golpeé. No sé. Cuando... -Digo mientras veo a Dylan apareciendo en la oficina.

-No sé lo que está haciendo, pero está tramando algo. No me gusta. -Dylan dice.

Veo al agente Hunter observándome. No, no sólo a mí. El perro también está mirando a Dylan. ¡Maldita sea! Dicen que los perros pueden ver fantasmas. ¿Puede el perro verle también? El agente Hunter sigue observando. Miro hacia abajo.

-¿Me he perdido algo? -Pregunta.

-No. -Miento.

-Sí, Nate mucho. Te estás perdiendo mucho. -Dylan responde. -No puedo creer que esté aquí. Consiguió un trabajo en Washington.


No estoy mirando a Dylan cuando habla, no quiero que piensen que estoy loca. Sólo estoy mirando al perro. Veo que cuando Dylan habla la oreja del perro se mueve un poco. El perro no sólo puede verle, también puede oírle.

El agente Hunter me hace unas cuantas preguntas más que me cuestan responder. Dylan me dice a veces qué decir para ayudarme, pero el agente Hunter no está convencido.

-¿Te ayudó alguien?

-No.

-Si no eres de aquí, ¿cómo sabías por dónde ir? -Cuestiona.

No digo nada. Un oficial llama a la puerta. El agente Hunter le dice que entre. El oficial informa que mis padres están aquí. Estoy llena de alegría por dentro. Quiero ir a casa y olvidar esta pesadilla. El agente Hunter le dice algo que no puedo oír y sale de la habitación.

-¿Puedo ver a mis padres?

-Sí, cuando terminemos.

-¿Qué? ¡No! -Exclamo y medio enfadada.

-Vuelvo enseguida. -Dylan dice.


Suerte que puede salir cuando quiera. Nunca pensé cuando estaba escapando que no me creerían. No puedo decirles que un fantasma me ayudó. Sólo quiero irme a casa. El agente Hunter me hace unas preguntas más. No sé cuánto tiempo ha pasado, no estoy segura. Tal vez quince minutos y aún no he visto a mis padres. Las últimas preguntas que me está haciendo, ni me molesto en responder. Parece que todo lo que digo está mal. Dylan aparece de la nada otra vez. Parece preocupado.


-Están aquí. Dicen que te llevarán a un psiquiátrico. -Me lo advierte.

-¿Qué quieres decir con que están aquí? ¿Un psiquiátrico? Estoy tan asombrada que no me importa que el agente Hunter me esté mirando.

-¿Con quién estás hablando? -Pregunta mirando el aire.

-No dejes que me lleven, por favor. -Le suplicó a el agente.

Me mira como si me hubiera vuelto loca. El mismo oficial de antes llama a la puerta y le señala al agente Hunter para que salga. Hablan por un momento, el agente Hunter me hecha una mirada de "¿Cómo lo supiste?" Se va con el oficial.

-Mis padres están aquí. No dejarán que me lleven. -Le digo a Dylan.

-No estoy seguro de eso.

-¿Qué quieres decir?


El agente Hunter vuelve leyendo unos papeles. Detrás de él hay tres hombres. Dos vestidos como enfermeros de un manicomio con uniforme blanco y un médico con gafas.

-¡Es el vecino! ¡Puedes dejar que se la lleves! -Dylan dice inútilmente.

-Lo siento pero tienen todos los papeles en orden. -El agente Hunter dice.

-¿Dónde están mis padres? Ellos te lo dirán.

-Como dije antes, ella está confundida. Es normal con su condición. -El doctor dice.

-Tus padres están de acuerdo en que deberías estar en el manicomio. -El agente Hunter dice.

¿Qué? Mis padres no harían eso. Veo que los dos enfermeros vienen por mí. Estoy conmocionada. Me agarran los brazos.

-ESTÁN MINTIENDO. -Dylan grita en vano.


Escuchar sus gritos me hace reaccionar. Empiezo a luchar queriendo liberarme. Me están arrastrando por el pasillo. Veo a mis padres. No quieren mirarme a la cara. Estoy tan enojada y desesperada.

-¡NO! ¡Mamá! ¡Papá! ¡No dejéis que me lleven! -Grito mientras me llevan.

-Dejarla ir. Nate ayúdala. -Dylan grita pero nadie puede oírlo.

Estoy luchando contra ellos. Doy patadas, lucho pero me tienen bien agarrada. Tienen mis brazos y no importa cuánto me muevo, no los sueltan.

-¡Shannon! -Dylan grita.

-Por favor, ayúdame! ¡Mamá! ¡Papá! Me matarán.

Todos en la estación me miran. El agente Hunter nos sigue. Viendo cómo lucho. Veo que se siente culpable. Mi madre está llorando, pero por qué no está haciendo nada. Nadie vivo me va a ayudar. ¡Ay! Una aguja en mi brazo.

-¡Dylan! Ayúdame otra vez, por favor. Dylan no me dejes sol..." No puedo terminar mi frase. Todo se está oscureciendo. Lo último que veo es al agente Hunter desenvainando su arma...

Me despierto y veo una carretera delante de mia. Estoy en un coche al lado del conductor. El conductor es el agente Hunter. Parece tan serio.

-Hola.

-Hola. ¿Cómo supiste ese nombre? -Me pregunta ansioso por saber la respuesta.

-¿Adónde vamos?

-Te llevaré a mi oficina central. ¿Por qué gritaste ese nombre?

-Te refieres a Dylan.

-Sí, ¿dónde está?

-Estoy aquí. -Dylan dice desde el asiento trasero. Estoy tan feliz de verle.

-No está en ninguna parte que puedas verle. -Yo respondo.

-No seas críptica o te llevaré de vuelta. -Amenaza el agente Hunter.

-No está vivo.

Se pone a un lado de la carretera.

-¿Cómo lo sabes? -Preguntó con ira.

-No vas a creer me. -Yo digo.

-Dímelo o me daré la vuelta.

-Le veo, es fantasma. -Digo mirando a Dylan sentado detrás del asiento del piloto. Me ayudó. No sabía que ese tipo tenía un perro. Dylan me lo dijo. También me dijo dónde estaba la llave del candado. Me guió a través del bosque.

-Estás mintiendo. Los fantasmas no existen. -Negó enfurecido.

-Es tu primo. Tienes un trabajo en Washington.

Me mira aturdido.


-Dile que solía venir aquí para las vacaciones de Navidad para tener una Navidad blanca. -Dylan sugiere.

-Solías venir aquí por Navidad para tener una Navidad blanca. -Creo que está funcionando. Pienso que me cree.

-¿Cómo sabes todo eso?

-Dylan me lo acaba de decir. -Sonrío brevemente a Dylan y miro otra vez al agente Hunter.

-¿Puedes verle en este momento?

-Sí.

-¿Puede oírme?

-Sí.

-Dylan, elegí que me transfirieran aquí cuando me oí de tú desaparición, quería encontrarte. Lo siento. No lo he hecho. -El agente Hunter se superficiala duro, tratando de no ponerse emocional.

Hay un momento de silencio.

-Dile, que puedo mostrarle dónde están los huesos. -Dylan dice.

Repito el mensaje.

-¿Sabe dónde están?

-Sí, lo sabe. Me dijo que trató de ayudar a otros, pero no pudo. También me dijo que lleva allí meses.

-De acuerdo según tu historia no le puedes identificar. -Dice me apuntándome. -Pero él puede hacerlo. ¿Qué más sabe?

-Lo sé todo sobre él. Pero no tanto de los vecinos. -Dylan dice.

Repito lo que dice.

-Vale. Podemos hacer que esto funcione. Le pondré tras las rejas. -Dice el agente Hunter con determinación.


Continuara?


Copyright.



4 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page